Niño Becerra: “Ni Grecia ni el resto de PIIGS debían haber entrado en el euro”
Niño Becerra: “Ni Grecia ni el resto de PIIGS debían haber entrado en el euro”

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Niño Becerra: “La población griega está condenada”
La semana pasada, el presidente francés,Nicolas Sarkozy, admitió que el ingreso de Grecia en la zona euro “fue un error”, porque el país adoptó el euro “con cifras que eran falsas”.
El economista Santiago Niño Becerra da la razón al presidente francés al admitir el fallo, pero piensa que “Sarkozy fue extraordinariamente prudente. A Grecia tenía que haber añadido el resto de los PIIGS”, asegura.
“Por fin alguien lo ha dicho, ha costado una eternidad, pero al fin alguien ha dicho lo que en su día poquísimos dijimos, y luego algunos más apuntaron: hubo alguien que fue metido en la zona euro pero que no debió haber entrado”, señala Niño Becerra en su blog de La carta de la Bolsa.
Sin embargo, el catedrático de Estructura Económica va más allá y asegura que ni Portugal, ni Irlanda, ni Italia, ni España, además de Grecia debían haber formado parte de la moneda única.
“Ni por estructura de PIB, ni por productividad, ni por marco competitivo, ni por nivel de renta, ni por tasa de desempleo y subempleo, pero a los PIIGS se les metió porque dentro iban a ser fuentes de negocio, como así ha sido”, apunta Niño Becerra. “Las consecuencias que su entrada fuese a tener se verían mañana: ¡siempre es mañana!”, agrega el economista.
Lo que se pregunta el autor es si el país heleno falseó las cifras sin más. “¿Alguien puede creerse que durante diez años Grecia haya podido estar engañando reiteradamente a todo el aparato de Eurostat, la oficina de estadística europea?”.
¿Qué tiene que ofrecer Grecia al mundo?
Grecia entró en el euro el 1 de enero de 2001, por lo que se ha tardado 10 años en admitir el error. Ahora bien, ya poco se puede hacer. “Su estancia en la moneda única está siendo terrible”, asegura Niño Becerra.
El país fue rescatado en mayo de 2010 con 110.000 millones de euros, que resultaron insuficientes. Los líderes europeos negocian un segundo paquete de ayuda internacional para el país heleno, que incluye una quita del 50% de la deuda griega para los inversores privados.
“Todo esto va a tener consencuencias terribles para Grecia. Aunque se cumpla con tiralíneas lo acordado: una deuda del 120% del PIB en 2020, ¿qué tiene para ofrecer Grecia al mundo en una situación de crisis sistémica?”, se pregunta Niño Becerra.
“Va a ser utilizado para pagar lo que debe, es decir, lo que le espera a la población griega es el empobrecimiento. Y para eso: para que pague lo que debe”.
A juicio de Niño Becerra, “Grecia va a ser monitorizada en tiempo real a fin de que no se aparte ni un milímetro de lo marcado y para que haga lo que le vayan diciendo a fin de que pueda pagar lo que debe”.
Y qué ocurrirá con el resto de los PIIGS? “Hagan una regla de tres”, sentencia Niño Becerra.
FUENTE ELECONOMISTA
El euro está en la UCI: ¿merece la pena salvarlo? ¿Hay alternativas?

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- ECO®
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- MIGUEL MÁIQUEZ. 30.10.2011 – 13.51h
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EL DEDO DE MADOZ
El golpe más fuerte ha sido para la banca española que se tuvo que llevar una parte considerable de lo que otros escurrieron.
Diversos elementos técnicos han jugado en este proceso.
Uno significativo es el valor relativo de la deuda pública de Alemania y Francia, ambas con triple A respecto de la deuda de países periféricos.
El efecto de compensación admitido les ha reducido el impacto de riesgo soberano.
Por el resto, la fuerte descarga de deuda griega de los balances de la banca de Francia y Alemania ha jugado su papel.
A la banca de España también le ha afectado seriamente el descuento en capital de las participaciones en bancos, entidades financieras y compañías de seguros fuera del perímetro de consolidación y hasta normas contables como la contabilización del software.
Pero también hay que considerar que no se ha podido compensar con otros activos soberanos.
BBVA y Santander tienen en sus filiales de américa latina deuda de sobra para ello.
Pero esa deuda, ¿es acaso de menor riesgo?
Otros elementos contra los que se protesta no son tan claros.
Como el de las provisiones genéricas. En ese cajón de sastre computan las plusvalías fiscales latentes que han sido excluidas de Basilea III en determinadas situaciones.
Pero lo aberrante de todo esto es que en lugar de hablar de capital real se está hablando de artificios contables y de como cada uno ha logrado que los propios encajen.
Ponderar los activos por el riesgo puede no ser algo tan nítido, porque lo que tiene riesgo detrae y lo que no lo tiene equivale a cero, a menos que se hagan excepciones truculentas como es el caso.
Pero visto el dato, tenemos un problema de numerador – el capital – y de denominador -los activos ponderados por el riesgo (APR) – es decir que si se aumenta el numerador sube la ratio de capital.
Pero también si baja el denominador. La situación no está para salir a a buscar capital a la vista de como están los mercados para emitir acciones, la opción sigue siendo reducir el denominador.
Ocurre sin embargo que no está fácil, porque a los precios que hay que liquidar los activos las pérdidas que se generan habrá que anotarlas contra el capital.
Parece un callejón sin salida, vender activos también puede consumir capital.
Afortunadamente para los bancos existe la creatividad financiera.
Hace ya una temporada que las compañías de seguros y los fondos de inversión alternativa vienen desarrollando productos que pueden reducir el denominador sin por ello obligar a los bancos a anotar pérdidas. La oferta es amplia.
Por ejemplo, si usted tiene un paquete de créditos con autoridades locales o comunidades autónomas que al final tienen garantía soberana por el respaldo último del Estado español una compañía de seguros le puede ofrecer asegurar ese paquete de crédito a través de instrumentos específicos.
Una forma de ganar dinero para la aseguradora, en principio con un bajo riesgo. Es su negocio. De su lado usted baja el denominador. El riesgo queda minorado. La posibilidad de estructurar activos de forma de reducir su cómputo de riesgo es casi ilimitada. Se pueden vender activos inmobiliarios con pacto de recompra y dejarlos aparcados en un vehículo específico, que es como obtener un crédito por un tiempo a determinar con garantía hipotecaria. Se puede vender propiedad inmobiliaria a precios desalineados con el mercado pero ofrecer mediante su alquiler una compensación por el sobreprecio.
Los bancos estadounidenses han demostrado ser unos verdaderos magos en estos trucos. El estudio detenido de las carteras y los activos pueden permitir reducir el denominador de la ratio sin tener porque apuntar pérdidas.
Esto quiere decir que encaje pero el riesgo queda latente. Seguramente que los agudos supervisores europeos estarán por la labor de evitar que estas cosas ocurran aunque sean ellos mismos los que hayan incentivado la “optimización de los APR”. Entre otras cosas porque si manejo el riesgo de esa forma puedo mantener la actividad de crédito y por lo tanto vivo mi negocio bancario.
Si se recuerda la propia EBA sugirió que la mejora del ratio de capital contra APR no debería afectar al crédito. Si los bancos van al mercado a ampliar capital diluyen el valor de las acciones y deben hacer frente a precios muy bajos para emitir. Con ello deterioran a su base de accionistas, y a las participaciones de los propios ejecutivos y gestores, faltaba más.
Basta recordar que la capitalización en bolsa de los grandes bancos españoles ha caído un 40% en un breve lapso de tiempo. Por otra parte, si reducen lisa y llanamente el denominador además de que incurren en pérdidas bajan la cartera de activo y por lo tanto recortan aún más el crédito. La cocina creativa comienza a ser una elección nada desdeñable.
Finalmente, la propia Unión Europea con su Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) está incentivando el sistema. La idea de apalancar 440.000 millones de euros para convertirlos en un billón abreva del mismo manantial.
La posibilidad de avalar hasta un 20% de la deuda colocada por el FEEF es una suerte de CDS a emitir por el club del euro. El 60% de los recursos que piensa poner en juego la UE vienen de más deuda.
Aquí de lo que se trata es de no poner más dinero, sino de que lo pongan otros. Es el mecanismo básico por el que el FMI lograría dinero de los países emergentes para ayudar a Europa, eso si, el que reciba financiación de esa fuente lo deberá hacer cumpliendo con ciertas imposiciones del FMI.
En 1981 dos periodistas y un funcionario del Consejo Superior Bancario como mediador oficioso ofrecieron al entonces presidente del Banco de Crédito Agrícola, el economista José Barea, dirigir una revista de banca. El argumento central era abrir un debate a través de ese medio que de alguna forma inmunizara a la banca de una eventual nacionalización si había un triunfo socialista. Ese era un tema que preocupaba en especial al entonces presidente de la asociación Española de Banca, Rafael Termes.
El Gobierno de François Mitterand en Francia había nacionalizado a su banca. Portugal se iba deshaciendo de una nacionalización mal llevada. La respuesta de Barea fue en confidencia y sorprendente: “Yo no se si es malo nacionalizar a la banca. No estoy tan seguro de que no se deba hacer.”
Treinta años después de aquella incertidumbre parece que ni los bancos ni los reguladores atinan a frenar la descomposición del sistema financiero. Nadie sanea verdaderamente los balances, los activos tóxicos se arrastran mientras la deuda soberana se degrada, se corre el riesgo que las ratios se alcancen a expensas de soluciones imaginativas.
En definitiva, esto parece la preparación de una gran traca final con caída en cascada de entidades afectadas y una gran intervención estatal.
Para cuando Grecia acabe su difícil periplo al borde de la insolvencia es posible que su banca caiga en manos del Estado heleno. Ya se verá si algunos más se unen a esta salida como única opción para mantener circulando la sangre en el sistema financiero.
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