La gran farsa continua. El rescate a los países sigue siendo el rescate a las entidades financieras a costa del contribuyente.

Cuando en 2008 se originó la crisis financiera, los estados hicieron un sobresfuerzo para salvar a las entidades financieras convirtiendo la deuda privada en pública que estamos pagando todos los contribuyentes.

Este esfuerzo sobre las finanzas públicas en un momento en que los ingresos en las arcas públicas se reducen drásticamente supuso la crisis de deuda en la que han caído los países más débiles.

Lo peor de esto, no es ya la situación lastimera en la que han quedado las arcas públicas de estos estados, ya que les cuesta buscar financiación. Sino que el rescate en sí, no es para ayudar al mismo estado sino para salvar el culo como siempre a las entidades financieras que tienen comprometidos su dinero con él mismo. O sea garantizamos a las entidades deudoras el cobro de una parte sustancial del dinero prestado anteriormente.

De tal manera que cuando el año que viene se reestructure la deuda de estos estados por impago,  esto es evidente ya que si no pueden pagar ahora que la deuda es menor, aumentándola en cuantía y con más interés será totalmente imposible pagarla en el futuro, se procederá a una quita, o sea condonación de parte de la deuda, que recaerá en su mayor parte en el dinero prestado por los estados a costa del sufrimiento de los contribuyentes.

Mas claro todavía, a los bancos se les devolverá el dinero prestado a los países  y el que se presta el estado a costa del sudor de los contribuyentes se perdonará. Mas claro, el agua. Seguimos regalando el dinero a los bancos a costa de mil sufrimientos y sin recibir ni un miserable crédito a cambio.