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¿Qué pasaría si cierra el gobierno de EEUU?

¿Qué pasaría si cierra el gobierno de EEUU?

Por: Cristina F. Pereda

ShutdownShutdown. Shutdown. Es la palabra de la semana en Estados Unidos. Si demócratas y republicanos no llegan a un acuerdo sobre los presupuestos de 2011 antes del viernes, habrá «government shutdown». Es decir, el gobierno quedará cerrado.

Express
La portada del diario gratuito Express pide que no se anule
el desfile del Festival de Cherry Blossoms en la capital

La fecha límite se acerca y congresistas de un bando y otro presionan para salirse con la suya.

Los demócratas están dispuestos a recortar unos 30 mil millones del presupuesto. Los republicanos quieren39 mil millones de dólares menos.

Hay un precedente, durante el segundo mandato de Bill Clinton, y no salió bien.

Los 21 días de cierre gubernamental, con los que los republicanos intentaron desgastar al presidente demócrata, acabaron pasándoles factura.

Hace 16 años la Cámara de Representantes, dominada por los republicanos como ahora, no pudo resolver sus diferencias por la financiación de la educación o la salud pública. Esta semana les separa el aborto y la reforma sanitaria, entre otros asuntos.

Mientras los políticos agotan las últimas horas de debate, los medios estadounidenses intentan explicar a los ciudadanos en qué consiste el cierre del gobierno, cómo les afecta y en qué situación quedan los funcionarios federales. ¿Cobrarán su sueldo? ¿Funcionará correos? ¿Y las embajadas? ¿Y la policía?

Obama aprovechó ayer su comparecencia en un evento en Filadelfia para pedir una resolución al debate de los presupuestos.

«¿Cuándo fue la última vez que se salieron con la suya?» preguntó el presidente a unos legisladores cuya falta de acuerdo, en palabras de Obama, «podría condicionar la recuperación económica, retrasar el pago a militares desplazados en tres conflictos, ralentizar la devolución de impuestos a los ciudadanos, limitar los préstamos a pequeños negocios e hipotecas en un momento clave de compra de viviendas».

Y para los que nos perdemos en la burocracia, valgan unas cuantas anécdotas sobre el posible cierre. Washington celebra este fin de semana el desfile del Festival Cherry Blossoms, pero está a punto de ser cancelado por depender de una agencia federal. La anécdota le ha servido una portada en el diario gratuito de la capital esta mañana.

Estas semanas coinciden precisamente con el momento de mayor actividad turística de Washington y a pocos metros del Capitolio, donde los políticos siguen sin ponerse de acuerdo, están los museos más famosos de la ciudad.

Medio millón de turistas se quedarían sin entrar a las instalaciones, gratuitas y financiadas por el gobierno, a partir del sábado.

En Nueva York se quedarían sin subir a la Estatua de la Libertad y en el estado de Montana sin acceder a Yellowstone, como en el resto de parques nacionales estadounidenses.

Para los que estén pensando en viajar al país en las próximas semanas,la tramitación de sus visados de turista podrían sufrir retrasos en caso de cierre.

Si llegan hasta Estados Unidos en la capital se encontrarán que no hay servicio de recogida de basura ni limpieza urbana por períodos de tiempo de hasta tres días.

Los servicios de metro y transporte público no tendrían por qué verse afectados, aunque avisan que podrían reducir el número de trenes. Al fin y al cabo, los ayuntamientos también quiere ahorrar.

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Portada del diario The Daily News durante el
cierre del gobierno de Clinton en 1995

Los estadounidenses quieren saber en qué medida les afectaría un posible cierre. Y los funcionarios, a pocas horas ya de la medianoche del viernes, se preguntan si tendrán que ir a trabajar.

Están a la espera deuna carta que llegará mañana como tarde y que les dice si son empleados «esenciales» o «no esenciales».

Los esenciales, trabajadores de servicios de urgencias y seguridad, seguirán con su trabajo. También los funcionarios que, a pesar del cierre, serán responsables de garantizar que nadie trabaja sin tener que hacerlo.

Los «no esenciales», unos 800.000, no podrán trabajar, leer el correo electrónico de la oficina ni acceder a documentos de su trabajo.
Y tampoco cobrarán por estos días. La falta de acuerdo sobre los presupuestos significa que no hay recursos para financiar su labor.
El Instituto Nacional de Salud, por ejemplo, no podrá admitir nuevos pacientes. Los que quieran quitarse la humillante etiqueta de «no esencial» y se presenten voluntarios para trabajar -sin remuneración- tienen prohibido hacerlo. Y si en medio de esta confusión les ofrecen otro empleo, tampoco podrán aceptarlo hasta que termine el cierre del gobierno.

La situación afecta también a la Casa Blanca, donde habrá una «reducción significativa» del número de empleados en activo y al cobro de salarios. Los militares estadounidenses, por ejemplo, cobran cada quince días.

El probable cierre llega en medio de las dos primeras semanas de abril, por lo que sólo cobrarán por los primeros siete días. Aunque sí seguirán trabajando al ser considerados «esenciales» como a todos los agentes de policía, investigadores federales, fuerzas del orden, controladores aéreos, funcionarios de prisiones o supervisores bancarios.

Estamos a unas horas de saber si habrá finalmente un cierre del gobierno y si tendrá las mismas consecuencias que en los años 90. De momento, el diario Wall Street Journal ya ha destacado una diferencia importante.

En 1995 los empleados federales no tenían email. Y mucho menos iPhones, Blackberries ni ordenadores portátiles desde los que acceder no sólo a cuentas de correo electrónico de las agencias federales sino también a servidores con documentos con los que trabajan. Para evitar problemas, los empleados etiquetados como «no esenciales» tendrían que acudir a la oficina el lunes por la mañana para entregar cualquier dispositivo que pertenezca a la agencia federal.

El Gobierno de EE UU, bajo la amenaza del cierre

Obama y los republicanos se enfrascan en discusiones para salvar sus diferencias presupuestarias antes de que venza mañana el plazo que provocará la suspensión de al menos 800.000 puestos de trabajo

DAVID ALANDETE | Washington 07/04/2011

Los líderes políticos en Washington están enfrascados en negociaciones a contra reloj, a pocas horas de que venza el plazo para la aprobación del presupuesto de la Casa Blanca del año fiscal 2011, que ha quedado congelado por la Cámara de Representantes del Congreso, donde tienen mayoría los republicanos.

De no llegar a un acuerdo entre hoy y mañana, este fin de semana se paralizará el Gobierno, lo que obligará a la suspensión temporal de trabajo y sueldo de 800.000 funcionarios no esenciales y al cierre de los servicios públicos que no sean de urgencia, como los parques nacionales o museos públicos.

  • Esta tarde [noche en España] tienen prevista una reunión en la Casa Blanca -la segunda en dos días- el presidente Barack Obama; el presidente de la Cámara, el republicano John Boehner, y el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid.

Los conservadores han condicionado la aprobación del presupuesto del gobierno de Obama a diversas concesiones políticas en materias como la financiación pública de algunos casos de aborto o las leyes medioambientales. «Este debate se ha vuelto ideológico», ha dicho el senador Reid en una conferencia de prensa desde el Capitolio.

Si no se aprueba el presupuesto el viernes, el Gobierno deberá cerrar por segunda vez en dos décadas. Ya lo hizo en 1995, cuando Bill Clinton era presidente y el republicano Newt Gingrich lideraba la mayoría conservadora de la Cámara de Representantes.

Según las encuestas, la insatisfacción popular generada por aquel cierre acabó beneficiando políticamente al presidente Clinton, que fue reelegido un año después. Los republicanos le han ofrecido a Obama aprobar un presupuesto temporal de un año para el Pentágono y una extensión de una semana del presupuesto existente para las demás partidas del gobierno.

El presidente ha anunciado que vetará una medida de esa importancia. «Una ley semejante sería una distracción del trabajo que verdaderamente necesitamos, aquel que nos unirá en un compromiso razonable para financiar el resto del ejercicio fiscal de 2011 y prevendrá el cierre del gobierno federal, algo que pondría en riesgo la recuperación económica de la nación», ha dicho la Casa Blanca en un comunicado.

La negociación se desarrolla mientras una encuesta divulgada hoy señala que la mayoría de los estadounidenses desaprueba la gestión del presidente Barack Obama en la economía y el déficit

presupuestario, y su popularidad ha bajado en medio de crecientes necesidades económicas. El sondeo del Centro de Investigación Pew agrega que el 59% de los consultados rechazó la gestión de Obama del déficit federal, mientras que el 56% desaprobó su labor en la economía.

Pese a las señales recientes de crecimiento económico, los estadounidenses, en general, tienen una postura negativa en torno al rumbo de la economía nacional.

Así, el número de estadounidenses que califica como «pobres» las condiciones económicas ha aumentado del 42% en febrero, cuando se hizo una encuesta similar, al 53% en la actualidad.

REPORTAJE: ECONOMÍA GLOBAL

Al borde del abismo presupuestario

EE UU está a punto de superar el techo de endeudamiento sin cuentas para 2011

SANDRO POZZI 03/04/2011

  • Estados Unidos juega con fuego.

La capacidad de endeudamiento del Gobierno federal está al límite y las agencias operan desde hace seis meses con un presupuesto de emergencia.

Y si los legisladores en el Capitolio no aparcan sus diferencias ideológicas pronto, no hará falta que Moody’s o Standard & Poor’s rebajen la nota crediticia para que se desencadene un «verdadero caos».

  • El Tesoro calcula que puede alcanzar el límite de deuda a partir del 15 de abril

Jamie Dimon alerta: «Pulsar ese botón será catastrófico e impredecible»

Los republicanos quieren recortes de 33.000 millones en las cuentas públicas

La última prórroga del presupuesto vence el próximo viernes, 8 de abril

Es la expresión que utilizó el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, para exponer la gravedad de la situación en sus últimas comparecencias ante el Congreso. Y atendiendo a lo dicho por Timothy Geithner, secretario del Tesoro, ya se estaría rozando la línea roja. Su departamento espera que entre el 15 de abril y el 31 de mayo se supere el techo de endeudamiento, fijado hace un año en 14,3 billones de dólares.

La escalada en la última década ha sido espectacular si se compara con el agujero de 5,7 billones de 2000. De ahí subió a 10,7 billones con George Bush. Ahora roza el 100% del PIB. Pero si ese techo no se eleva de nuevo, el Tesoro no tendrá capacidad para pedir prestado y no estará en condiciones de pagar las facturas pendientes, a no ser que adopte drásticos recortes de gasto.

En la práctica, el Tesoro se verá obligado a pagar intereses más altos por la deuda y eso provocará que se agrave más el déficit, que va camino de tocar los 1,6 billones de dólares (10% del PIB). A esto habría que sumar la pérdida de confianza de los inversores ante la incapacidad de Washington para mantener el orden en casa, lo que podría hacer aún más daño al dólar y obligar a subir tipos.

Bernanke insiste en que no se puede rebasar ese límite ni siquiera 20 minutos. El caso de la Europa periférica muestra hasta dónde puede llegar el castigo cuando los mercados dudan de la integridad fiscal de un país. Y aunque el debate presupuestario está teniendo lugar lejos del ciudadano, la repercusión de un fracaso en la vida diaria de los estadounidenses será significativa.

El tiempo se echa encima, y eso pone nervioso a Jamie Dimon, consejero delegado de JP Morgan Chase. «Si alguien quiere pulsar ese botón, será catastrófico e impredecible; por eso pienso que están locos», dijo el banquero ante la Cámara de Comercio, el principallobby de los negocios en Washington.

Más presión, por tanto, sobre la Casa Blanca y el Congreso. Lo que preocupa a Wall Street es que en Washington, y en particular en la bancada republicana, se vincule la necesidad de elevar el límite de endeudamiento al recorte del gasto público.

El ala conservadora, agitada por el movimiento del Tea Party y con la mayoría en la Cámara de Representantes, se siente con fuerza para plantar cara a la oposición demócrata.

Es el nuevo equilibrio de poder que se vive tras las legislativas de noviembre. Bernanke comparte que se hagan los cambios necesarios en el presupuesto para reducir el déficit. Pero pide que no se confundan las prioridades a largo plazo de disciplina fiscal con el reto económico inmediato. Era su manera de decir que ese techo debe elevarse para que la recuperación no se trunque.

La batalla no es nueva y toma cuerpo cada vez que el Congreso de EE UU trata de dar forma el presupuesto. Esta vez lo que marca la diferencia es el clima político y la irrupción del Tea Party, que no duda en usar el límite de gasto como rehén para forzar una reforma del Medicare (asistencia sanitaria pública a jubilados), del Medicaid (a personas vulnerables) y de la Seguridad Social (pensiones).

Uno de los más visibles es el senador Marco Rubio, que ya ha dicho que votará contra la elevación del techo de gasto.

Para defender sus argumentos, la estrella del Tea Party recordó que Barack Obama adoptó una posición similar contra la iniciativa del republicano George Bush cuando el ahora presidente era senador en 2006.

Le apoya sin fisuras Michele Bachmann, que considera el trámite como «una licencia al Congreso para seguir gastando».

Este choque está provocando que el Gobierno de EE UU, la mayor corporación del mundo, opere desde octubre con un presupuesto limitado que se prorroga cada dos semanas.

El viernes día 8 expira la última extensión, concebida para dar margen a la negociación y para llegar a un consenso que permita aprobar el paquete de gasto para los seis meses que quedan del ejercicio 2011.

El vicepresidente Joe Biden intervino el miércoles en un intento por mover las cosas y cerrar la brecha cuanto antes. Se reunió con los líderes del Partido Demócrata en el Senado, donde tiene la mayoría. «Estamos trabajando en el mismo número.

Pero, evidentemente, hay diferencias en la composición de esa cifra; qué debe incluir y qué no», precisó tras el encuentro.

Esa cifra son 33.000 millones. La Cámara de Representantes ya adoptó un presupuesto que contempla recortes por valor de 61.000 millones para 2011, que fue bloqueado por el Senado. Con las dos últimas extensiones se lograron ahorros de 10.000 millones.

Ahora los republicanos quieren una concesión de 23.000 millones más, que podrían ser aceptados por Obama.

Robert Bixby, de la Concord Coalition, compara el choque con la pelea de los tres chiflados en el asiento trasero de un coche que se acerca al precipicio. Por eso pide al Congreso y al presidente Obama que lleguen cuanto antes a un compromiso sobre el presupuesto para lo que queda de 2011 y encaren «con seriedad» el debate sobre la reforma fiscal que necesita el país a largo plazo.

«Estamos intentando dar con una fórmula en la que todos estemos cómodos», dijo el republicano Harold Rogers, pero eso llevará algún tiempo. El líder de la Cámara de Representantes, John Boehner, añade que «nada estará cerrado hasta que todo esté acordado». Pero sabe que ese recorte será el mayor en la historia de EE UU y mira a lo que puede conseguir en el de 2012.

La división también alcanza a los ciudadanos. Cuando se les pregunta quién está afrontando mejor el debate, el 46% responde a favor de Obama y los demócratas. El 45% se alinea con los republicanos. También es cierto que los progresistas, cuando dominaban las dos cámaras, ya fueron incapaces de aprobar el presupuesto.

Como dice Biden, «no hay razón para que, con todo lo que está pasando en el mundo y con el estado de la economía, no evitemos la parálisis del Gobierno». Pero si no hay algún tipo de acuerdo para el 8 de abril, Washington empezará a cesar actividades no esenciales, con lo que se volverá a una situación muy similar a la que vivió Bill Clinton hace 15 años.

 

7 abril, 2011 - Posted by | ECONOMIA, EDITORIAL, EEUU | ,

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